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26 años de Dummy: el álbum de Portishead que revolucionó el Trip Hop para siempre

Hace 26 años, Portishead se presentaba al mundo con su álbum debut titulado Dummy, un trabajo tan redondo y con un sonido tan particular que si fuera escuchado hoy por primera vez, sonaría completamente moderno. Y es que en parte la clave de realizar un buen disco es hacer uno que contenga música que apenas y envejece. Son muchos los factores que le dieron buena vida a este proyecto, y estos van desde la manera en la que fue compuesto y grabado, hasta el contexto sociocultural en el que fue creado.
Para fortuna (y desacuerdo) de los autores Geoff Barrow y Beth Gibbons, ‘Dummy’ es un álbum que tomó un curso sobre el que ni siquiera ellos tuvieron el control. Gibbons expresó que pasó súbitamente de cantar en su cuarto a cantar en vivo, no tuvo ni el tiempo de asimilar la magnitud que adoptó su proyecto. Tomemos en cuenta que aunque es un LP lleno de oscuridad y desesperación a la medida de muchos de nosotros, para otros fue ‘malinterpretado’ (a palabra de sus creadores) como un himno a la elegancia, ideal para amenizar fiestas nocturnas y noches románticas. Y sí, si sólo ponemos atención a sus melodías y no a sus letras obtenemos un aura de libido oscuro que nos atrae en automático.

Dummy es un proyecto con profundidad y texturas características del trip hop, conocido también como el ‘Bristol Sound’. Es curioso cómo surgió todo un género en un lugar tan remoto del mundo; un genero en el cual británicos blancos transformaron su fascinación por el hip hop. Pensemos que para principios de los años 90’s, esto no era una cosa común, apenas los Beastie Boys eran los únicos raperos blancos reconocidos del momento. No fue hasta el 2008, cuando Portishead, representantes clave hasta entonces del trip hop, decidieron matarlo dándole un renacimiento al género con su álbum ‘Third’, sin realizar otra cosa hasta hoy mas que presentaciones en vivo, marcando a esta como una de las pocas bandas con una trayectoria perfecta e impecable.
Gran parte del sonido característico que hace interesante a Dummy es la tecnología utilizada y los procesos creativos que surgieron de experimentar con ella. La manera en la que lo hicieron es impresionantemente simple y aún así nadie había sonado así hasta ese momento. Es hasta contradictorio que para entender por qué sonaban novedosos, nos tengamos que remontar a grabaciones realizadas mucho tiempo atrás. Lo que formó a Portishead, además de la voz inigualable de Beth Gibbons, fue su curaduría de sonidos.
A sus 22 años, Geoff Barrow, que había trabajado 4 años antes como asistente de ingeniero para Massive Attack con ‘Blue Lines’, construyó con samples de theremin de los años 50 y samples de películas de espías de los 60’s mezclas con ritmos de baterías jazzeras, que casi nunca llegan a explotar del todo, similar a si un baterista estuviera utilizando escobillas con un efecto de noise. Ejemplo perfecto de esto lo encontramos en los redobles percusivos de ‘Mysterons’. Solo en momentos específicos sentimos las percusiones tan presentes que trazan puntos de clímax memorables.
La calidad que tiene este álbum habla por sí sola, signo de ello es que fue premiado con un Mercury Music Prize, ante exponentes como Tricky, Oasis, Supergrass y Van Morrison. Más señal de calidad aún si añadimos a la ecuación que fue el primer álbum de la banda. Ni siquiera álbumes que han ganado otros años figuran tanto como hoy lo hace Dummy. Los LP’s ganadores de los años consecutivos: ‘Different Class’ de Pulp, ‘New Forms’ de Roni Size & Represant o ‘Bring it On’ de Gomez, no son proyectos de los que seguimos hablando hoy en día. Dummy se distingue incluso entre proyectos que destacan, todo gracias a su originalidad.
Aunque Dummy sea un disco de elementos simples (samples, guitarra y voz), Portishead logró encontrar un sonido que nunca llega a ser ruidoso a pesar de sus distorsiones, además de que nunca llega a ser desolador a pesar de sus letras. Es un álbum que acompaña momentos con el que es imposible no voltear a la fuente de sonido. Esto lo apreciamos claramente en ‘Strangers’, que alterna inesperadamente entre ritmos pesados y atmósferas suaves. Otras sorpresas devienen de escuchar el intro estridente con percusiones metálicas de ‘Sour Times’, perderse entre los sampleos de ‘Wandering Star’, o sumergirse en la sensualidad y cinematografía de ‘Glory Box’. Al final, siendo un álbum de muchos singles, es en su entereza lo que lo hace una joya preciada entre los fanáticos de la música.
Texto por: Alejandra Laveaga